En tu llano de infinita belleza,
dama encantadora,
huésped sublime de mi covacha ignota,
abundan las corocoras
que en su vuelo transmiten libertad ilimite.
Revisando acuciosamente mis legajos antiguos,
para nutrirme de conocimientos,
averigüé, para ti, dama para mi inalcanzable,
que esa bulliciosa ave blanca o anaranjada
se conoció en el Egipto antiguo como Ibis,
el último animal que se refugia antes de un huracán,
emparentado con el dios de la sabiduría y de las artes,
Dyehuty, objeto de veneración en la mitología egipcia.
Ese, nombre, Ibis, fue el escogido por Vargas Vila
para titular una de sus novelas que en su momento
provocó una epidemia de suicidios.
Ese nombre mágico lo he seleccionado
para homenajear tu corocora,
nacida para ser libre,
como tú,
como yo.