Una vida nace y una vida muere.
Un corazón late y un corazón se detiene.
Un cuerpo crece y un cuerpo envejece.
Hoy soy, pero mañana ¿seré?
Una nueva vida llega y otra vida se va.
La vida se renueva constantemente; nunca pierde lo que da.
La vida sólo cambia de sustancia como quien cambia de hogar.
Aunque mueras, la vida seguirá.
Es incombustible y nada la detendrá.
Valiéndose de nosotros, su cáscara,
hasta el infinito se reproducirá.
Contigo o sin ti, la vida va a continuar,
porque nunca se para; siempre se dirige a algún lugar.
La vida es una noria que gira y gira y nunca deja de girar,
como una locomotora que corta el viento sin que llegue a descarrilar.
La vida no tiene ni principio ni final; es el espectáculo de nunca acabar.
La vida no espera por nadie y nadie la puede esperar.
Si te hace suyo, suyo serás
hasta que ya no le valgas y te reemplace por otro más.
Si te llama a filas, no te puedes negar,
vendrás al mundo entre sollozos y entre sollozos te irás.
En cada uno de nosotros la vida nacerá y morirá
como un ciclo que acaba y vuelve a empezar;
pero no es la vida la que muere cuando morimos,
lo que muere es nuestra conciencia de estar vivos.
El hombre es un estar en el tiempo,
mientras que la vida es y será siempre
vida.
© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.