No sabia que responder,
Quieto en lo regazos del silencio me quedo
Mientras en el reguardo de mi conciencia
Atormentan los yerros cargados sobre la espalda.
Cuanto fatiga la conciencia angustiada,
Cuanto se debe de pagar por pecados infligidos,
Y el remordimiento fustiga como ponzoña,
Te corta la vida a pedazos sin poder remediar
Y tus agravios huéspedes eternos moran tus adentros.
Y cerré los ojos colgando los cristales de mis penas,
Quise huir tan lejos donde nadie se atreviese a señalarme
Mas donde fuese, como perros ávidos de presa
Atisbaban mis pasos, me acosaban,
Me roban la calma, convulsionaban la paz del espíritu,
Y la noche testigo de mis desvelos
Acurrucaban los infiernos de mis suplicios
Y me quede en silencio aguardando la luz del alba
Mendigando como tan veces tu perdón… que no logra llegar…
WCELOGAN