Yo no quería
pero el sentimiento me mando.
Mi razón
decía que no,
y el corazón,
no obedeció.
Fui a tu casa a buscarte
y hablarte de mi amor
y decirte del dolor
que la separación
me provocó.
Implore tus besos como el mendigo
que implora un poco de pan y compasión
y tu como el rico,
despreciaste mi moción.
Yo lo sabía
y aun así me arriesgué
a poner mis dos mejillas
a tu disposición,
pero como siempre,
te vanaglorias de mi situación.
Acaso, no te pareció suficiente,
cuanto te ame yo?
Te asumes un Dios
y me ves tan abajo
que a mis labios
no te deja llegar tu vanidad.
Yo me vuelvo con los mortales,
a dispersarme en la humanidad
con el anhelo de que voltees
de nuevo a verme con humildad.