Con el amor más puro para que goce y alumbre plenamente vuestro corazón. En la paz que extasía en los cielos y que como un rayo de luz bondadoso penetra la oscuridad mental de la Tierra hasta que relumbre con la mayor luz. Ahora, cuando se os toca alarma para que toda entraña se conmueva y se acerque al depósito divino de la luz. Coged para vosotros y encended vuestras lámparas. Mirad que no hay espacio vacío, todo lo llena la luz de mi amor. Prodigaos en servicio, amad a vuestro prójimo en donde estoy; abrid vuestros ojos y vedme cómo os observo y espero vuestro amor; porque, ciertamente, si dais amor, mi esencia dais y a mí escondido en vuestro prójimo, me la dais. No os detengáis ni os desaniméis apenándoos por vuestros errores; si yo que soy el que soy, hubiese querido dañarlos por vuestras maldades, ciertamente no existirías; si quienes me acompañan para vuestro rescate os hubiesen deseado mal, no existiríais. Mas, yo os escogí y yo os busco alumbrar vuestro rostro y los que vienen conmigo también; porque me aman y conocen mis designios. Hasta cuando permaneceréis indolentes y turbados, venid con vuestras manos alzadas, con gozo en la mirada y una sonrisa sincera en vuestros labios; venid a mi encuentro en vuestros compañeros y vuestro prójimo que os espero igual con los brazos abiertos. Venid, vosotros los que os consideráis impuros, los que os apreciáis sucios; yo os limpiaré y os traeré delante de vuestros hermanos, para que os gocéis en el reencuentro. ¿Habrá cosa que me produzca mayor gozo que no sea vuestro más íntimo gozo en la luz y perfección que yo soy? Ahora, pues, os conjuro a acelerar vuestros pasos y a crecer en vuestro esfuerzo; para que la espiga de vuestro espíritu dé el fruto de la verdad que afirmé y confirmaron mis labios. Proclamo el perdón para toda criatura; todo ser viviente tenga el gozo del año sabático del Amor Cósmico, para que goce de sus delicias y venga a mí porque yo ya estoy aquí delante de vosotros. Ahora es cuando me descubro a vosotros, confiando y revelando la potestad celeste para gloria mía, el bien cósmico y la raza humana. Ahora, así como fui paciente con vosotros en todas vuestras generaciones, llevándoos sobre mí, en las palmas de mis manos y en mí nombre; ahora, pues, sin reticencias, os llamo desde esta colina fácil de subir y descansar que es vuestro propio prójimo. ¿Ahora es cuando quiero sentir el grato olor de vuestras oraciones? Ahora es cuando estoy a la puerta, dispuesto a abrirla para que entréis y gocéis en mis aposentos que aseguré con mi fidelidad hasta que estuviereis dispuestos. Yo aquí con mi luz incandescente dispuesto a que os la llevéis y compartáis con vuestros enemigos, a quienes si me amáis, debéis amar. Yo, el fuego desbordante del corazón del corazón, uno íntimamente con mi Padre, a vosotros, los desheredados, para que heredéis las riquezas del amor escondidas en mi nombre, esencia de la que estáis hechos. Alumbrad, no tardéis, porque ciertamente vuestra estrella es apreciada claramente en los nuevos cielos y la nueva tierra se llena de gracia y verdad por vuestra trascendencia, la actitud que, asimismo, fue escondida en vuestros corazones hasta este momento en que vierto la luz en el santo grial que sois. No me detendré – dije – y vine a vosotros, porque mi amor es más grande y mayor que vuestros apegos y desapegos. Aquí, estoy, miradme; confiad en mí.