(A la brizna)
Y
estás,
permaneces
como una
aguja verde
que no hace daño.
Mi pisada te aplasta
luego te recobras más enhiesta,
esperando el rocío de la mañana
que te limpie de mi triste huella.
Si no fuera por la luz no serías esperanza
delgada, alfombrando la tierra
con tu presencia
afilada.