Como un fulgir que la visión trastoca
era su placida figura y era
tan sensual y excitante la manera
de su andar femenil. La húmeda boca
iba seria en su tez y un ansia loca
nacía deslumbrada en quien hubiera
cerca de ella pasado. Prisionera
la vista que tras ella se desboca.
Célticas curvas de mujer dianesa,
aguas en que pasear mi barco anhela,
de suavidad, perfume y atracción.
Diera un chelín por ser quien atraviesa
de sombra el rudo escombro que la cela
del mundo, del placer y la pasión.