Murialdo Chicaiza

Ibídem

Para aquella muchacha

de la cual se me escapó el tiempo,

para aquella de rostro

por quien se sonrojó el mío.

 

Para aquella que reía

en los charcos de marzo.

Nos tocó cruzar al vuelo

las miradas por las piedras.

 

Para aquella que no me amó

por lo que yo sufría,

ni sufrió por lo que yo amaba.

 

Y todavía me pregunto

por qué su equinoccio en mi alma,

por qué mi muerte en la suya.

 

Para aquella muchacha,

ya mujer; siempre mujer y escarcha.

De cuyos brazos no toqué el alba.

para aquella va mi adiós postrero.

 

Para aquella que no me amó

por lo que yo sufría,

ni sufrió por lo que yo amaba.