Cielos perfuman como malva menta de una fuente fresca. Cielos sin sus lampos encender, emigran de ciénagas estancadas sin latencia −No pidas torbellino a una espesa selva que ni la lluvia, ni el sol la atraviesan− Un día más, un día menos inadvertidos en péndulo de impotencias, la muerte en su acrobacia nos acaricia.
−No mendigues más desventura al corcel que sólo destila hiel en desboco de su paso− Cuando un desvelo a la vida en páramo convierte, sonámbula el alma en su nívea jaula de tristuras... ¡cómo si nunca hubiera existido!... en su alcor, precoz expira.
Con escarcha de esos labios que bebieron amarga la inclemencia, el ocaso pincelará una torca rendida en fragata de huérfanos fantasmas y en cúpula dorada de la noche que llega cuajada de cocuyos, naufragará el undívago clamor de sus violines.
-Prosa poética-
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso
Bogotá D. C. Colombia