Estás por llegar.
Te percibo en imágenes: realmente perfecto.
Te avizoro en la huella animada durante el desayuno.
Te presiento. Te intuyo.
Sé que vas a llegar a la hora de siempre.
Y yo, celebrando esa rutina, sé que me impresionarás nuevamente.
Como en aquel viaje. Como cuando anoche te miraba dormir.
Caballero, galante y detallista.
Bello. Dulce. Amoroso.
Y es allí cuando comienza el festín de mis Sentidos.
Te observo y pienso. En vos no hay rastros del tiempo. No siquiera esos cabellos color plata se rinden al sol.
Te escucho atentamente. Discurso agudo, con notas divertidas. Sabés que la palabra me puede, elevándome con tu retórica.
Me regalás un chocolate enorme que compartimos. Exquisito. Deleite semejante al placer con el que volamos cada noche.
Te acercás, me abrazás fuerte. Y llevás las yemas de tus dedos a mi cabellera y mi cuello.
Olés como esta mañana. Impecable .Sabés que eso me gusta. Y tu perfil sagaz te lleva a descubrir algo que intento disimular.
Perceptivo y agudo lo recordás. Me mirás fijo y me sonreís. Complicidad en mi respuesta. Nos fundimos en un beso. No, nos fundimos en cinco besos. El motivo de la celebración.
Y te percibo y te siento tan feliz como yo. .
Los sentidos se duermen. Inmóviles, respiramos acompasados.
Te sueño con tu saxo.
Me soñás pintando.
Y coincidimos al amanecer.
Es domingo.
Las horas libres nos invitan a crear.
Y nosotros, encantados, celebremos los cinco sentidos.