Frente a mi, un estanque se aparece,
llega de súbito en mi cuerpo mental,
estoy de pie con los brazos abiertos,
cada mano, sostenida por otra.
Formo parte de un círculo de hermanos,
cada quien en su búsqueda de si mismo,
en el centro, una hoguera que se atiza,
con la leña de plantas del desierto.
A quien dirige el momento, ya le escucho,
su voz sube como una ola que golpea,
la dura roca de los corazones,
después baja como la que remansa.
Besa la playa en cada uno de nosotros,
por momentos, atento a lo que dice,
en otros, sonidos que no distingo,
como borracho, oscilo en el círculo.
Desde el principio, los ojos cerrados,
de pronto, se abre la visión profunda,
las escasas lágrimas, son torrentes,
mi mente vuela a cenotes de Yucatán.
He aquí, y dentro de mi, algo parecido,
la superficie de cristal trasparente,
miro vegetación de selva húmeda,
destacan de hoja grande y los helechos.
Densamente, cubiertas sus orillas,
observo otras especies más humildes,
árboles con lianas, cargados de heno,
reflejan en el agua trasparente.
¿Dónde estoy?, me pregunto en el silencio,
profundidad de agua, a un metro del suelo,
los musgos y raíces, también distingo,
alguna onda mueve la superficie.
Me llega el sentimiento de la vida,
en la inmovilidad y el silencio,
ese espíritu, se mueve en la quietud,
todo vive, agua, tierra y plantas.
Yo testigo, de esa primera visión,
también después, de otras tres más fuertes,
que esa mañana en la primavera,
fui despertado a otras realidades.
Cuando termina mi propia experiencia,
contengo por abrir o no los ojos,
en frente del sol, éste me deslumbra,
la visión se va, sólo está el desierto.
EL POETA DEL AMOR. 08-02-13.
CABO SAN LUCAS, BCS. MÉXICO.