La vida se nos acaba.
Nos quedan los sentidos
para saber que nunca sentimos
el sentido de estar vivos.
El amor es el sin sentido
más sentido en la vida.
Morimos
Me muero en una boca
que solo sabe pronunciar
una plegaria de días
que nunca fueron el infinito,
mientras en un segundo
se nos iba el recuerdo
para profanarlo
de la lápida difusa de una memoria.
Sigue siendo díficil
definirse en una gota
por el temor de perderse
en la sinfonía recidivante
de una cacofonía re-goteando
la hibridez de estar sin piel
y también, ser una serpiente.
Alguna vez
fue fácil
relativamente fácil
juntar nuestros silencios
con esa bendita intrepidez
que tienen las pesadillas
justo antes de llover
Eran pesadillas.
La vida perfecta
es una muerte, aburridamente
segura.