El vacio del que hablo,
es el que se encuentra de frente con la totalidad
y le exige su espacio.
Porque, ¿qué sería del amor, sin vacio?
Estaría condenado al hastío,
a la resignación y la arrogancia.
De algunos que llamándose amantes,
han palidecido tras las ventanas del tiempo,
tejiendo viejas frases,
rezando tristes agonías.
Pobres aquellos para quienes,
el amor acostumbrado a ser amado,
está al revés de las sábanas, tras las cortinas…
Esperando ser vivido
en los parques, las canchas,
los baños, las cocinas.
Esperando
hasta colmar las montañas.
Porque mi amor y yo, somos de montaña,
de altura, de verde,
de azul, de inmensidad,
a igual que el cielo.
Por eso aún no sé
si la montaña esta erguida hacia el cielo,
o si el cielo se ha inclinado
para besar su esplendida espesura.
Tal vez tú y yo
somos gente de montaña.