La violeta que esperó, ese invierno para nacer
en ese camino aquel de cariño y esperanzas,
para llegar a ser del jardín las alegrías
entregando su color vida y fragancias.
Tan esperada era hija de la luna y el sol,
sería el arrebol de las tardes floridas
que cambiaría la vida con su bendita llegada.
Nueve meses oculta, para brotar muy callada.
Pintando el día de noche, y la mañana desgarrada.
Esa preciosa flor nació como mariposa
tomó aire del cielo, a donde emprendio su vuelo
dejando al mundo callado en ese terrible suelo.
Que doloroso silencio, en los brazos sostenerla,
era la flor esperada, que emprendio vuelo sin verla.