Hugo Emilio Ocanto

Ellos, mis penas y tú

Mi amor:

Hace ya unos días

tuve la intención  de

escribirte esta misma,

y recién hoy determiné

hacerlo.

Sabes que por mi

trabajo a veces me es un 

poco dificultoso

disponer de tiempo

para una misión tan importante

como el escribirte.

Mi hijo ronda

por este ámbito,

y lamentablemente

tengo que estar

cuidándome de que

vea lo que escribo.

Mi esposa también

suele pasar por aquí

cuando se encuentra bien.

Sabes de su problema de salud.

Algo te comenté cuando estuve

allí el año pasado.

Su enfermedad sigue avanzando.

Hace ya tiempo que está haciéndose quimio.

Tú me entiendes. No voy a decirte

que mi vida es un infierno.

No. Sabes que a pesar de todo, la amo.

Lo sabes desde siempre.

A veces pregunto, casi

sin darme respuesta,

cómo puede ser que un hombre

ame a dos mujeres por igual.

Es mi caso. Y tú estás involucrada

en mi vida, porque el destino

quiso te conociera y mi corazón

sintiese lo que siento por ti.

Tengo treinta años de matrimonio

con mi esposa.

La pobre hace tres

que padece su irreversible enfermedad.

Los médicos dicen que hay que esperar...

Y yo quisiera que ese día no llegue.

Porque la amo...

y a tí también...

Mi profesión es juzgar a los demás;

tal vez Dios tenga que juzgarme

a mí por mi actitud.

Tengo que enfrentar la realidad

de lo que en mi vida pasa.

Tú hace poco has quedado viuda.

Y yo... deseo con todo mi ser,

que mi esposa siga con vida

por muchos años más.

Tenemos a nuestro hijo.

Ya tiene veintinueve años.

Formó su hogar, pero hace

un año tuvo que separarse.

Esto tú no lo sabes.

Su esposa se separó

porque tiene drogas en su cuerpo.

No sé qué hacer.

Lo he echado de casa.

Pero mi esposa se resiste a su ausencia.

No me lo permite.

Lo eché, pero es mi hijo,

y lo amo, a pesar

de que está torturando mi existencia.

Debo aceptarlo. Se integra a un centro

de recuperación, y retorna a su droga.

Mi hijo drogadicto, y mi esposa

con ese terrible mal...

Todo lo acepto. Los amo...

como a tí...

Son los tres amores de mi vida.

A veces siento tanta amargura,

que me refugio en el mundo

del silencio, para llorar a solas.

Lloro, y al pensar que aún los tengo

vivos, me supero.

Y sigo adelante...

Con bronca, con rabia,

con desesperación...

pero con un profundo 

amor hacia ustedes.

Ellos, y tú...

Cuando me escribes,

lamento tanto tener

que borrar tus palabras,

y las que yo te escribo...

No deben enterarse.

Nunca. Es el secreto que

pactamos tú y yo.

Y aquí me tienes.

Contándote de mis penas,

las cuales no puedo darles

un manotazo y borrarlas...

Son parte de mi vida.

Ellos, mis penas y tú.

Nunca tuve la intención

de desaparecer y dejar a mi familia,

tú eso lo sabes.

¿Te resignas a seguir aceptando

mi amor, así, de esta forma...

compartida?

Espero que sí.

A tí también te necesito...

Eres una válvula

de escape, a mi soledad...

La que soporto, simplemente, por amor...

Espero tu respuesta.

No quiero forzarte a que me dés

una convincente respuesta afirmativa,

si ya no sientes

lo mismo que yo.

Si no me aceptaras,

igual estarás en mis recuerdos.

Si me aceptaras, te seguiré amando...

Pero ten en cuenta,

que nunca dejaría a mi familia.

Con sus  vivenciales problemas,

ellos me aman y yo a ellos.

Tú, ¿me sigues amando?...

Respóndeme... hasta siempre...


Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 11/02/2013)