Mi amor:
Hace ya unos días
tuve la intención de
escribirte esta misma,
y recién hoy determiné
hacerlo.
Sabes que por mi
trabajo a veces me es un
poco dificultoso
disponer de tiempo
para una misión tan importante
como el escribirte.
Mi hijo ronda
por este ámbito,
y lamentablemente
tengo que estar
cuidándome de que
vea lo que escribo.
Mi esposa también
suele pasar por aquí
cuando se encuentra bien.
Sabes de su problema de salud.
Algo te comenté cuando estuve
allí el año pasado.
Su enfermedad sigue avanzando.
Hace ya tiempo que está haciéndose quimio.
Tú me entiendes. No voy a decirte
que mi vida es un infierno.
No. Sabes que a pesar de todo, la amo.
Lo sabes desde siempre.
A veces pregunto, casi
sin darme respuesta,
cómo puede ser que un hombre
ame a dos mujeres por igual.
Es mi caso. Y tú estás involucrada
en mi vida, porque el destino
quiso te conociera y mi corazón
sintiese lo que siento por ti.
Tengo treinta años de matrimonio
con mi esposa.
La pobre hace tres
que padece su irreversible enfermedad.
Los médicos dicen que hay que esperar...
Y yo quisiera que ese día no llegue.
Porque la amo...
y a tí también...
Mi profesión es juzgar a los demás;
tal vez Dios tenga que juzgarme
a mí por mi actitud.
Tengo que enfrentar la realidad
de lo que en mi vida pasa.
Tú hace poco has quedado viuda.
Y yo... deseo con todo mi ser,
que mi esposa siga con vida
por muchos años más.
Tenemos a nuestro hijo.
Ya tiene veintinueve años.
Formó su hogar, pero hace
un año tuvo que separarse.
Esto tú no lo sabes.
Su esposa se separó
porque tiene drogas en su cuerpo.
No sé qué hacer.
Lo he echado de casa.
Pero mi esposa se resiste a su ausencia.
No me lo permite.
Lo eché, pero es mi hijo,
y lo amo, a pesar
de que está torturando mi existencia.
Debo aceptarlo. Se integra a un centro
de recuperación, y retorna a su droga.
Mi hijo drogadicto, y mi esposa
con ese terrible mal...
Todo lo acepto. Los amo...
como a tí...
Son los tres amores de mi vida.
A veces siento tanta amargura,
que me refugio en el mundo
del silencio, para llorar a solas.
Lloro, y al pensar que aún los tengo
vivos, me supero.
Y sigo adelante...
Con bronca, con rabia,
con desesperación...
pero con un profundo
amor hacia ustedes.
Ellos, y tú...
Cuando me escribes,
lamento tanto tener
que borrar tus palabras,
y las que yo te escribo...
No deben enterarse.
Nunca. Es el secreto que
pactamos tú y yo.
Y aquí me tienes.
Contándote de mis penas,
las cuales no puedo darles
un manotazo y borrarlas...
Son parte de mi vida.
Ellos, mis penas y tú.
Nunca tuve la intención
de desaparecer y dejar a mi familia,
tú eso lo sabes.
¿Te resignas a seguir aceptando
mi amor, así, de esta forma...
compartida?
Espero que sí.
A tí también te necesito...
Eres una válvula
de escape, a mi soledad...
La que soporto, simplemente, por amor...
Espero tu respuesta.
No quiero forzarte a que me dés
una convincente respuesta afirmativa,
si ya no sientes
lo mismo que yo.
Si no me aceptaras,
igual estarás en mis recuerdos.
Si me aceptaras, te seguiré amando...
Pero ten en cuenta,
que nunca dejaría a mi familia.
Con sus vivenciales problemas,
ellos me aman y yo a ellos.
Tú, ¿me sigues amando?...
Respóndeme... hasta siempre...
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 11/02/2013)