En mis letras codificado...su nombre,
en las nublosas piezas de la ironia,
tallada pura y fina
en el manglar de los recuerdos bagos.
En mis sordas palabras...su sonriza
igual que cada tarde, como un singular
crepusculo gemelo de su sombra.
Una y otra vez el mismo reloj
que no busca el mañana,
que no apunta al norte,
que no recuerda quien fue.
En mis cadaveres mentales...la laguna eterna