Fernandotorres

SOS SOS SOS SOS SOS

Mi queja es sencilla y razonable,

y no más le pido, señorita,

me escuche con tierno corazón,

como mujer

que habla consigo misma

en sus momentos íntimos.


Verá. Me persiguen.

No sonría, es cosa seria

lo que vengo hablarle.

Le disculpo

pero no hablo en balde.


Me despierto en mi humilde morada

con mi señora y parentela,

soy un hombre cualquiera.

Pero ya rápido empiezan a acosarme

antes de llegar al baño,

la cosa tiene reaños.


Es horrible, se lo aseguro.

Varias voces surguidas de la radio

me urgen a informarme

de no se qué producto,

y yo me doy un susto,

porque después 

de un tipo con prisas

se oye otro,

encareciéndome deje todo

para enterarme

del invento promocionado.

Todos los días lo mismo,

estoy cansado.

Y no vea lo que me venden,

lo que no necesito siempre.


Cambio de cadena mientras termino,

mas continúa el desatino.

Una voz de timbre pausado

me introduce en un desaguisado

entre dos políticos muy cucos,

que siempre dicen las mismas necedades

para pasarlas por verdades.

Cierro el aparato

pero no hay que fiarse,

comienza irse al traste

el no ser perseguido por grey

de vendedores y listillos.


Porque tiene que saber

que me venden mucho,

sí, pero que mucho.

Me venden un coche muy grande

y una moral estrecha.

Me venden la arruga es bella

y un tratamiento de belleza.

Me venden un curso a distancia

y en el aprender constancia.

Me venden un programa político

y a desconfiar de las mentiras.

En suma,

me venden una fea realidad

disfrazada de bonito sueño.

Sobre todo me venden

señoras muy requetebuenas.


No hay sitio donde no estén

pero en la tele hacen su agosto,

esa extraña gente

suspirando por mi atención

cual vampiros de mi querido ocio.


No me dejan en paz, señorita,

y mis niños

empiezan a ser investigados.

Me persiguen, os lo juro.

Quieren mi dinero,

mis hígados

mi culo.

Quieren que sea su esclavo,

pero yo no me lo callo.

Me mienten mucho,

pero de verdad, mucho.

Hacen pasar lo bello por tonto

el azúcar por la sal,

la sardina por el trucho

la carne por vegetal.


Y en calles,

cines y periódicos, igual.

De internet mejor no hablar.

Se cuelan hasta en las raíces

con tal de vigilarte

y de paso enmarañar el patio.

Ya no se qué hacer,

de nuevo se lo juro.

A usted me encomiendo

justicia o cordura pidiendo.

Resuelva mi caso confuso.

Póngase en mi lugar

si no es pedirle demasiado.

Me venden aficionados

por grandes actores.

Me venden muebles y ventiladores.

Me venden su historia y costumbres

como verdaderas,

para convencer son la repera.


¿Pero me escucha señorita?

Le repito que no quiero

una póliza de seguros

un juego de cuchillos

un lugar exótico

un curso interactivo

una roída esperanza.

¿No me comprende?

No se lo tome a chanza.

ME PERSIGUEN.