Desnudose el silencio
y hasta sentí en los ganglios
la turgencia agreste,
de tu mancillada boca...
Eleveme, como un caudillo
-imaginario-
y fui deshaciendo
(uno a uno)
los temores,
que se agitaban
en la matraz del Tiempo.
Aún me escuecen
los bordes
de la cutícula
-del dedo índice-
de tanto señalar
las farolas violeta,
que iluminaban
tus sombras...
Y presencié como
todos nuestros miedos
c
a
í
a
n
l e n t a m e n t e
en la cánula
del olvido.
Hoy me dedicaré
a desandar todos
nuestros pasos
(de borracho equilibrista)
y mendigaré
-abstracto-
por un anochecer
cartilaginoso...
Y así, serán siempre
los lluviosos días
mi oscura cabellera...
gallicida
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Y si llueve en tu oscura cabellera...
me pregunto,
de qué están hechas tus noches
sino de mis certezas y pasiones...
si los miedos ya son olvidos...
y los olvidos, ni son recuerdos...
El Tiempo no puede devolvernos
lo que no ha robado...
Mis sombras aún precisan
el amparo de tus sombras...
y las farolas urgen alumbrar
ese desnudo silencio
que nos cubre...
Vamos...
gritalo...
sé que te estalla por dentro...
que tu dios me juzgue y me condene
a arder por siempre en tu fuego...
Aquí estoy,
cayendo lentamente
entre tus brazos...
-por dios-
una vez más...
monique ele