Podrás cerrar tu ventana para no advertirme en tu mirar
pero por el filo de esa rendija tu voz se escapa;
podrás apagar las luces para yo creer que no estás,
pero a oscuras me sigues porque mi existencia te atrapa.
Podrás cerrar todo, puertas, ventanas y tu casa,
pero jamás tu alma que siempre abierta estará
y aunque tus ojos cierres para no ver lo que pasa,
en tu mente siempre estaré, mi presencia no faltará.
Esa mirada a la que tú debes corresponder
ya no es la mirada con la que soñaste,
ese camino que una vez quisiste recorrer
te satura porque ya lo completaste.
Podrás de unos labios muchos besos beber
pero son los míos los que te provocan…
y los brazos que tanto anhelas poseer
no son los míos, ésos que hoy te convocan.
Los latidos de tu corazón ya se agitan…
no te mientas, no son ellos los que inventan
porque en el silencio de tu alma, ellos te gritan
que soy yo la mujer y no la que otros piensan.
La que acompasa tus sentidos y mueve tus latidos
porque siempre te provoca y te pinta de colores,
la que hueles cuando duermes y te despiertas vivo
porque ella llega y tú vibras, colmando tus honores.
Sí, soy la mujer con la que sueñas despierto o dormido,
la que aparece en la hoja, en la pantalla, en el teclado
o en tu jornada antes y después de haberla concluido;
la que invadió tu existencia sin tú firmar “autorizado”.
No es mentira lo que ahora sientes, es verdad mi presencia;
mentira y verdad se juntan una vez más, nunca se callan;
no es mentira lo que digo, es verdad lo que tus ojos presencian
y no es mentira es verdad, que tus anhelos me hallan.