Préstame tu sonrisa
y reiré contigo
si he de sentirte triste.
Ven préstame tus ojos
y cuando las tinieblas arropen tu horizonte
te mostrare la luz que vi yo en ellos.
Ven préstame tu olfato
y si todo te apesta a dolor y muerte,
te traeré el aroma de las flores,
y el olor de los valles
plantados de petunias y de nardos.
Préstame tus mejillas rosaditas,
y si el color les falta o mustias yo las veo,
subiremos al alba después del aguacero,
robaremos al iris sus pigmentos
y su arco de colores…
para impregnarlo luego en algodón de ensueño
y en él empolvaremos/
el borde de tu cara.
Préstame tus dos labios cuando los pruebes dulces,
por si algún beso lleno de amargura
o una brisa insípida llega a posarse en ellos,
devolveré en céfiros la dulzura
que tú en ellos guardaste.
Préstame de tu boca los suaves dichos
y los versos que alegran tu cordura,
y cuando en la locura te sumerjas
y falten los consejos,
repetiremos juntos esas frases
que de tu alma bella emergieron,
y ellas serán un bálsamo de vida
para ese corazón que andaba muerto.
Quiero tu paladar
cuando la miel te embriague en su ternura,
tu lengua que distingue lo agridulce
y prefiere lo bueno,
tu garganta que canta la armonía
y lo que mueve tu alma.
Dame tus hombros tatuados de lágrimas
y de parpados secos por el llanto,
quiero la calma y la inquietud…
que palpita en tu pecho,
lo que nos hace iguales
y se quedó en tu ombligo,
tu vientre donde anidan mariposas
perdidas por el sueño,
tu estómago hoy contento
que en otros tantos tiempos
ha visto el hambre.
Dame tus manos tibias
con los hondos caminos
que en ella se dibujan,
tus dedos matutinos
con sus nudos que encierran
esa caricia agreste, la del duro trabajo,
tus palmas que eran ceda…
mas por los tropezones,
y los muchos tumultos del destino
se han convertido en piedra,
el filo de tus uñas malogradas
que inútilmente rayan el olvido.
Quiero de tu templanza… la basa de tu pelvis,
para apoyarme en ella, en tu firmeza/
y en tu punto de apoyo si me dejas
moveremos al mundo,
dame… la superioridad que ocultas/ en tus extremidades,
las cuales te dan fuerza y te sostienen
aun en los momentos de tristeza,
tus rodillas gastadas por el ruego
y el ponerte de hinojos en el tiempo
al querer desnudar con tierno beso
la mano cual ostentas/ de la persona amada.
Tu calcañal que toca tierra firme,
la planta de tus pies que siembran ecos
en el lugar que pisas,
quiero tus pies pequeños que al andar/
se agigantan en huellas/ a tu rastro,
los dedos de tus pies de niño erguido/
aquellos que sincopan las distancias.
Préstame todo eso…
lo poco que te pido y lo mucho que espero.
el ser que te cohabita,
tus densas emociones,
tu levitar sonoro,
el aliento que envuelve tu hermosura,
tu historia tartamuda/
la cual muy pocos cuentan.
Préstame tu recuerdo por si algún día
la soledad invade tu presente,
volveremos a él, a lo vivido,
y veras como unidos hallaremos
alguno que otro amor,
o aquella mano amiga
que ofreciéndote dulce compañía
volverá a sonreírte.
Tus alas, tu fragancia, el ardor de tu tacto…
la luna que te inspira la esperanza,
el sol que anima tus calladas tardes,
las estrellas tiritonas/ las de tus noches largas.
Quisiera tantas cosas, de ti, amigo mío,
por si algún día algo no tuvieras,
correría hasta ti/ aun siendo viento,
y te retribuirá dulcemente con un abrazo inmenso
todo lo que me diste… porque es tuyo
y aun ahora sé… que es de los dos.