Eres ya tan conocida
que desvirtuaste tu nombre.
Ahora, eres mi amiga,
confidente y compañera.
Te dejas acompañar por mí,
juntas hemos aprendido,
conformes, sin condolernos
e ignorando nuestro sufrir.
Yo no elegí mi sino
menos, el conocerte a ti.
Tú sabes de dónde vienes
tú sabes, ¿por qué a mí…?
Sabemos lo que importa:
hay muchas cosas qué hacer
que el espíritu disfruta
y necesita de las dos.
No te diré: “te vencí”
No pienses que me venciste…
Somos parte la una de la otra,
¡Aprendimos a convivir!