Deshuesando razón del sentimiento
se aparean demonios lujuriosos,
alzados en placeres sediciosos
despojan al cerebro de argumento.
Corteja el corazón al pensamiento
con lascivos deseos veleidosos,
asienten los instintos presurosos
y enmudecen razón y entendimiento.
El músculo se tensa y se relaja
pendiendo de frenética fruición,
la carne de placeres se agasaja
acéfala cedió a la tentación,
en tanto que argumentos resquebraja
rebusca el sentimiento perfección.