José Jacinto Corredor Cifuentes

HABLAR CONTIGO

Es descansar el alma que agobiada

por los golpes y vaivenes del destino,

desde hace largos y tortuosos caminos,

preñada llevo de soledad y angustia.

 

Es decirte tantas cosas sin requiebros,

sin temores escuchar tantas otras tuyas,

vaciando de penas del alma las fisuras

y sentir que se van llenado de alegrías.

 

Es comprender tus cosas y entender las mías

y en la medida en que destilo mi amargura

en el cáliz de tu paciente pecho, el mío

se va colmando de esperanza y lozanía.

 

Es renacer al lado tuyo, con mis penas,

como abono al surco donde siembras

nuevas mieses de optimismo insospechado,

que despejado hacen ver el horizonte.

 

Es encontrar un nuevo aliento en el sendero,

un llano en la ardua cuesta, do furtivo

mi macilento andar se me hace breve

y el cansancio que me agota, reconforta.

 

Es buscar la sombra acogedora cada tarde,

de un oasis donde abrevar mis ansias,

do encontrar el solaz a mi quebranto

y el refugio en la aciaga noche del desierto.

 

Es escuchar el susurro de tu aliento,

de tu risa jovial, de tu voz, de tu alegría

y pensar que es el viento, que es la brisa

abrigadora de una tarde en el estío.

 

Es penetrar tu ambiente con el mío,

fundir tus penas con mi ardiente llanto

y hacer que brote un destello de esperanza

del seno sombrío de mi destino.

 

Es retomar la lira, templar sus cuerdas,

sacudirle el polvo y arrancar de nuevo

los acordes que otrora bulliciosa y joven

por los aires lanzara entusiasmada.

 

Es retirarse de tu lado con la Constanza adentro

para emprender de nuevo el sendero del futuro,

con el corazón y el alma remozados, hallando

siempre una disculpa, para de nuevo hablar contigo.