Todo mi amor volcado en un soneto
que llegue en una rosa hasta tu lecho
y deje en tu soñar un beso inquieto
inmerso en la tibieza de tu pecho.
Obstinación de un sueño persistente
oteando el confín de la espesura
en pos de tu mirada refulgente
y la luz que enternece tu figura.
No queda más que el verso que te nombra
como un vellón nuboso de utopía,
un revuelo de cielo a sol y sombra,
con la fe que -a mi modo-, tú eres mía.
Alegra al corazón el leve viento,
pues viento soy, dijiste, en su momento.
Derechos reservados por Ruben Maldonado.