Herido de profunda depresión
iba por el camino, casi muerto
cual famélica hiena en el desierto.
Triste mi agonizante corazón.
Un espíritu cruel de la ilusión
cuya sombra te arroja hacia lo incierto
lanzábame al oscuro desconcierto
quitando de mi vida la razón.
¿Abrióse el cielo literal, y vino
tu brazo en forma de ángel a salvarme?
Abrí la Biblia, hallé que en ella había
fragante paz, promesas de un destino
etéreo junto a ti y al levantarme
tu Palabra fue a mí: Luz y Alegría.