Héctor(micorazón)

Ellas - Tus ojos me vencieron

(TUS OJOS ME VENCIERON)

 

El continuó su relación, pero, ya de manera diferente, no podía fiarse de nada, ni siquiera de sí mismo, esta vez la princesa tampoco se alejó, al contrario, estaba al pendiente, deseaba siempre estar al tanto de lo que sucedía, conocer cómo se desarrollaba el romance aquel.

 

-Cómo te va…-Cómo te trata…-Me… extrañas…preguntaba continuamente

-Siento celos…-te extraño… ella escribía tiernamente.

-Creo… creo que ahora serás quien se case, te casarás con ella, lo entiendo, tienes que ser feliz…eran sus deseos insistentes ….

 

Pero, qué contradicción, no podía ser más confuso, cuando todo parecía que terminaba entre ambos, cuando sentían que ya jamás tendrían la oportunidad de estar juntos, sucede lo inesperado, tras catorce meses de aquel romance, de repente, ocurre la ruptura, se termina la locura en aquellas creaturas.

La princesa había consultado a su madre, la reina Aída, lo que en su corazón traía, e inmediatamente tuvieron la conversación que le hizo a la princesa entrase en razón, pues en más de una ocasión se había detenido por miedo al desconocido, por miedo a que el ardor del corazón se perdiera, mas por haber vacilado tantas veces, el cariño de ese niño no estaba a su lado…

 

 

Ellas

 

 

Ella - Tengo un amor hace tiempo, tengo un amor inusual,

Pues, no le conozco, no le he visto, más que por sus escritos.

Su madre – ¿Es decir que, solo con leer a ese niño...

ha nacido en ti un cariño?..

No me asombra, el amor no es verso el amor no es prosa,

es más, El amor no es cualquier cosa.

El amor es un poder que solo reposa

En corazones dispuestos a creer en él.

Si le has creído le has sentido,

Y si le sientes, él no te miente,

no llores mi niña, ¿acaso te soy hiriente?

Ella – no madre, no lo eres, solo que una pena mi corazón tiene:

Pues; él no está solo, él va sonriente,

ahora, ahora mi alma lo siente lejano.

Su madre    ¿Acaso, es casado? ¡Princesa Adda!

Ese es un amor equivocado,

¡No puedo creer lo que me has confesado!

Y, ¿por ello te has lamentado?

Ella – no, no es casado, pero nos hemos re encontrado ocasionalmente

Y, como él me ha dicho, unas extrañas casualidades nos acontecen

Pues no siendo a nuestro amor indiferentes,

amándonos diariamente

De repente, en un momento inesperado,

los sentimientos se adormecen

Y por la ausencia involuntaria de nuestra comunicación,

ha ocasionado que su corazón y el mío ahora se encuentren distanciados.

Eso ha pasado,

Ahora solo una cosa a mi corazón lo mantiene inquieto constantemente:

Si es que debemos vernos, si es hora de conocernos, o, realmente

debo desistir de este amor, y resistirme a sentir el poder de éste cariño.

Su madre -  No es decoroso despertar al amor, y luego dejarlo velando, hija:

Cuando bien se ha querido, lo mejor es no resistirlo.

¿Acaso, podemos nosotros simple mortales, pretender solo bienes y no males?

Si han de salir triunfantes o han de seguir distantes, no lo sabrás nunca

A menos que, con actitud determinante, te des la oportunidad, venzas el miedo

el temor a ser sinceros, y expresar en el silencio, con una mirada pura….

...un…. Te amo….Un Te amo verdadero....o quizás… Un… ya no te espero.

Ella -  entonces, tomaré el consejo, y sin más tiempo que perder

Le diré... le diré que le quiero ver….

 

Así la princesa Adda, se dispuso a obedecer el consejo maternal, que, sin duda alguna, había despejado los temores con razones contundentes, no se puede ocultar lo que se siente, no podemos esperar, ni resistirnos hablar con sinceridad, siendo que podemos triunfar o podemos fallar, no hay punto intermedio:

 

 

Te invito a dar un paseo

 

Me vas a perdonar si la presente es impertinente

Mas, tengo que decirte, que en mi corazón y en mi mente

Hay un pensamiento latente, tú sabes lo que se siente

El no poder tenerte por siempre, el no tenerte presente,

Pero, acaso, también me negarás, la petición siguiente:

 

Vamos, te invito a dar un paseo alrededor del palacio

Te invito a conocernos, anda, piénsalo, date un espacio,

Será un paseo a pie, junto al río, caminaremos despacio,

Luego iremos al patio, allí tendremos nuestro espacio

Para charlar  frente a frente. Anda. Ven, no seas reacio.

 

Atte.

 

 tu princesa

 

 

Y la princesa, de pronto, sin saber lo que sucedía,  solamente quería conocerle, le envía así, un mensaje, con una invitación que le estremeció el corazón…”te invito a dar un paseo”: él lo leyó y su corazón tembló…