No tengo aliento para decir tu nombre,
no me quedan besos que inventarte tras la puerta…
Se han marchado los suspiros de este pecho
que palpitaba tras tus pasos fugaces…
¿qué quedó en mi cuando te fuiste?
Un corazón apasionado que vaga solo
entre sus recuerdos, entre sus cenizas.
Estos ojos de mirada intensa no te miran cuando pasas,
pero se me van al cielo cuando finjo no quererte.
No quiero pedirte que te quedes,
no debo pensarte más y no lo consigo.
Qué dulce condena fueron tus brazos
para este corazón que renunció al cielo…
y que late purgando la culpa de quererte.
Nada más qué decirnos si te encuentro,
si mi ya piel te lo ha dicho todo…
Es tan largo cada día sin tus palabras,
es tan corta cada noche sin tus besos.
Pero no mereces que te quiera: lo comprendo,
quizá lo entendiste antes que yo y te marchaste.
Que son los últimos versos que te escribo,
quiero con toda el alma que lo sepas.
Escribiré sobre el viento, sobre la luna
sobre estrellas de noches lejanas…
Pero ni una palabra para ti, me lo prometo.
Lloraré por tu ausencia, no lo niego.
El tiempo con su compás de música serena
sembrará primaveras en mi invierno,
habrá flores en este campo hoy desierto.
Pero yo seré más grande cuando tu seas más pequeño.
Yo lo sé, no sé cómo, pero lo sé
Porque el que ama ha redimido sus culpas,
como el que no ama se castiga en el infierno.
No te daré más fuerza con mi pensamiento,
porque te lo juro, con la mano en el viento
que estos son los últimos versos que te escribo…