Se aproxima el otoño incendiando crepúsculos
señala en mi frente del invierno la escarcha
En este punto exacto se agotan los senderos
andados con tus pies de hastío y de costumbres.
He cruzado un laberinto de párpados mustios
gastando lozanías de inmaculadas rosas.
Una pregunta suspendida en el aire
azota la nuca como golpe de agua fría .
¿ Quién parió sobre el lecho este abismo,
de lunas quejumbrosas, de haz oxidado ?
¿Cuando nació esta distancia entre tu espalda
y el cuenco mis manos ?
Me dormí en mi sillón que no tiene un hogar
esperando el bullicio de un te quiero nacido en tu boca.
El canto de un arroyo que nos lleve al mar
para cosechar rutilantes miradas, sumergidas estrellas.
Mis dolidos brazos soltarán sus palomas rumbos sur,
si acaso allá encuentren un trozo de libertad en otros ojos.
Alejandrina.