Un viernes por la mañana,
llego junto con el sol,
llenó de alegría mi alma,
y a mi pecho iluminó.
Frágil, dulce e inocente
estaba cual Niño Dios,
lactaba muy suavemente
de su madre con amor
Llora, llora Sebastián,
que tu llanto no es un llanto,
es la canción celestial,
de amor y paz es tu canto.
Veo a José Sebastián,
de grande, cumplir su meta,
o tal vez sólo será
algún humilde poeta .