Como el valle se fecunda al sol,
Como el sueño cae a la noche,
Mi sueño, mi valle tiene tu nombre…
Y mis manos se deslizan por tus cabellos.
Porque el verso que nace es de amor,
Y la distancia no es ya derroche,
Versos del alma que nacen de este hombre…
Para entregarlos a tu ojos en silencio.
Ya que tu cuerpo despide aroma de calor,
Y tus caricias hacen que me desborde,
Y me entregue en el abismo peone,
De saberte ausente, aunque te tengo.
Los dueños de nuestro querer son los ciegos,
Ciegos arboles que se desojan aponte,
Y el mal efímero del dolor, muere en la cumbre…
Y deja libre al viento, nuestros fieles pensamientos.
Y si aun nuestro idilio sea fugaz, solo un momento,
Y las palabras no alcancen para desearte mujer,
Sabrás que mi piel, está marcada por tu sudor…
Y mis pies caminan firmes a tu encuentro.
Solo sé que en mi pecho estas latiendo,
Como una estaca que no se clava en el alma,
Como un suspiro que no duerme a la madrugada…
Simplemente te deslizas rauda entre mi cama.
Perdona por ser poeta turbio, por no cantar,
Por hacer de mis mañanas una con tus labios,
Y perderme como loco en la sombra de tus besos…
Y fecundar en mis manos, la dulzura de tus labios.
Y tormenta de risas y dichas, ha nacido por tu mirada,
Cosquillas que nacen en el fondo de mi virilidad,
Y se inundan por mí ser al escuchar tu voz…
Cobija mi amor , oh mujer con tu dulce mirar.