Venir a verte es devorar los caminos,
cruzar como el ave las distancias,
aprestando al viento las extendidas alas,
dirigiendo los pasos presurosos cual gacela,
hollando los escollos y de salto en salto
hacer que mermen y se esfumen las distancias,
para fundir tu aliento con el mío y en afectuoso,
amoroso abrazo, sentir tu palpitar profundo
que en acelerado ritmo me levanta el corazón.
Es aprestar el pensamiento, disuadir al tiempo,
para que aminore su inexorable marcha
y ese día en que alejarme deba, se distancie
en los folios del recorrer del calendario.
Es alegrar mi espíritu y embalsamar mi pecho,
despertar mis sentidos todos para, de lleno,
disfrutar de nuevo de tu compañía un hito.
Pero de nuevo tengo que romper el sacrosanto hechizo
y con un adiós premuro alejarme triste de tu lado,
con el firme propósito de devolver el tiempo
para reemprender de nuevo la senda aquella
que en un más allá, cruza tu camino
y me hará llegar al Edén de tu destino.
Caracas, Octubre 6 de 1988