Duele vivir
y amar sin aliento a quien no ama;
que el amor prenda su nave
a tres metros de su destino.
Duele el mar que nos enarbola
en pinceladas de oscurantismo;
las almas traspadadas
por pútridas carroñas que fingen querer.
Duele el propio dolor de un beso que atardece...
... Duele odiar,
sufrir, morir de no amar;
si no, preguntadme,
que el desdén es mi armadura,
fiel arboladura indiferente
que desgarra el infininito
por no recibir sus flechas doradas.