Arena
El haz de luz impactó sobre el grano calado
haciendo de la arena un inmenso caleidoscopio.
En sus espejos se proyectaban bailes tan difusos
que las musas no sabían si reír o escapar.
Aquel héroe miraba el paso de las horas, tendido
sobre la capa granulada su vista se fijaba
en la línea horizonte que mezcla mar y cielo; pero
su mirada turbada no lograba hallar consuelo.
El héroe fue vigoroso en sus tiempos de guerrero,
el presente es un infierno, no hay con quién pelear,
su derrota fue firmada por la poderosa Deidad,
la que impera en el Olimpo; ha de cumplir su voluntad.
Es Aquiles el guerrero que se hunde en silencio,
su llanto es triste desasosiego que le impide respirar,
la garganta se le anuda cual si tuviese una cuerda
que impide al aire sus vastos pulmones llenar.
Su amada ganada con decoro le fue arrebata,
por capricho de los Dioses tardará en regresar,
tal vez Aquiles esté muerto pues nunca es
mucho el tiempo que se pueda esperar.
El guerrero estruja la arena con su mano
arrebatado por su ira que le hace tiritar,
su madre le consuela, su corazón se desvela
al ver a su hijo de rabia llorar.
Empapada en llanto le enseña que la arena
es una quimera, que a pesar de su vergüenza
no ha querido marchar, pues las manos no
alcanzan para cada granito guiar.