Me dueles,
como duele la impotencia
con una lágrima que pesa
y que se asoma a un acantilado
queriendo suicidarse.
Me dueles,
en la incomprensión de este dolor
que me hace muda, ciega y sorda
a cualquier oración.
Me dueles,
como puñal que se clava
que se entierra lentamente
que desangra la ilusión.
Me dueles,
en el dolor de lo imposible
de un intento vano
de una conciliación inexistente
de una paz que nunca llegó.
Hoy, me dueles
con el duelo de la muerte
de saber que no fue
que no será
que no es.