Soy un hombre inmensamente rico
desde que hallé el gran tesoro de tu amor,
no me preguntes como fue que llegué
por el sendero de enamorarme de ti
solo sucedió y soy inmensamente feliz
tanto y hasta el punto de olvidarme
de que en este mundo también yo existo,
no me preguntes cuanto te quiero,
porque ni yo mismo sé,
ni yo mismo tengo noción de cuanto te quiero,
ni busques pesar o medir en un cálculo instantáneo
el valor de mi amor por ti
porque créeme que no existe
regla, razón o medida que logré precisar,
calcular o aproximarse al valor real
de este amor que siento por ti,
pero si no me crees puedo
darte una prueba de este amor,
y luego desde una estrella,
allí junto a Dios seguir admirando
la belleza inmensa de tu ser.
Que te amo no me cabe la menor duda
espero que tampoco a ti.
Que te amo, quede claro…
Jesús, Vendaval de ilusión.