Jamás morirás en mí,
Allí, donde las noches flotan sobre mi cuerpo;
noches de calma y cobijo, donde dormías
caprichosamente en ese espacio efímero...
Recostado como antes de nacer te he visto: duermes sin saber de mí.
No sabes del mal que puede rodearte;
no sabes de dolor ni oscuridad...
Ignoras, de repente, mi mirada insistente.
Duermes porque eres amado,
y quien te ama lo hace porque existes tú.
En ti me poso con mis versos reciclados; dichosos ellos de representarte,
de imaginarte...
de agonizar, si es preciso, en la muerte de tu ausencia
y ser vida que renace en el milagro de tu risa.