Excitante mirada tienes mujer,
pues tus ojos color jade me matan
de obsesión y magnifico placer.
Hoy no tengo razón de donde se hallan,
pero anhelo me vuelvan a estremecer.
Al ver por vez primera esos luceros,
me enamoré de ti hermoso ángel
de belleza y don imperecedero.
El recuerdo de ese atardecer de miel,
siempre estará presente en mi sendero.
Te olvidaste cruelmente de mis labios
y de mi amor incesante y pertinaz.
Pero a pesar de tus inicuos agravios,
volvería a darte de forma eficaz
la ternura de mis tajantes bríos.
¡Que tus ojos admirables revivan
nuevamente la llama de mi pasión!;
esos mismos que en este instante guían
el sendero de una enemiga efusión
y que todos los hombres hoy ansían.
La esperanza siempre muere hasta el final.
Tu mirada que fue mi debilidad
y en ella me perdí de manera sin igual,
regresará a hallar la sutilidad
de mis besos de sazón primaveral.