Santi Piedra

Temporada de Caza

 

Lo vi sentado su cara de temerario,

su mirada siempre penetrante,

confusa,

ese aire que sólo rodea

a los que sienten el poder en la sangre,

la sumisión les es

una forma grata de vida.

Así es el patrón,

noble de pensamiento

y educado para ello,

educado para estar siempre

por encima de todos

tal cual fue su padre,

su abuelo

y lo será su estirpe.


Yo en cambio,

siempre cargue con el legado

de mis ancestros,

pertenezco a los afligidos,

los nobles

pero de espíritu,

sin aspiraciones más lejanas

que ganar confianza,

si se puede cariño,

de esos patronos justos a su antojo.


Esa noche,

luego de un largo jornal,

el patrón descansaba en su hamaca

sin más estrés que su pensamiento,

la noche se tornaba algo fría.

Lo mire de reojo

dándole una disimulada mirada

a su perro guardián,

sin mucho aviso

tome la escopeta y las balas

preparándome para una noche de caza de jaguares

típica en esa época del año,

al sostenerla en mi mano

no dejaba de pasar por mi mente esa voz

que a diario me atormenta…

“Mátalo,

esta es la oportunidad perfecta,

precisa,

soñada.

Tome con firmeza el mango

apuntando al horizonte

como quien se prepara

para la caza de patos otoñales,

tres metros a la derecha

la hamaca del patrón,

respire,

di la cuenta regresiva,

apunte...


Cuatro de la mañana,

debo preparar las pieles

de los dos leopardos cazados ayer,

al patrón no le gusta que dejemos muestras

de las noches de cacería,

sus hijas se aterran al solo verlas,

maldito patrón

cuanto te odio,

mañana al oscurecer

y salga de cacería

le daré de baja

si mi cobardía hoy me abandona.