"Aún no me pongo de acuerdo/ para saber si lo que he vivido,/ merece un poema al recuerdo/ o sólo un canto al olvido"
En ocasiones me encuentro conmigo mismo
y me pregunto si de verdad ese tipo soy yo,
porque siento que la diferencia es un abismo
entre lo que veo y lo que aquel espejo reflejó.
En todos mis viajes íntimos, en ese turismo
descubro, en el que es mi yo más interno,
que el sueño más real fue sólo un espejismo
y que resultó ser breve lo que parecía eterno.
Siento ganas de hacerle reclamos a la vida,
pero no tengo la fuerza y tampoco la voz,
no puede ser que un día de éstos me decida
a olvidar que eso es hacerle reclamos a Dios.
Y no es que yo nunca reclamos haya hecho,
Dios sabe que le he reclamado y mucho...
mas no soy de los que se dan golpes de pecho
y gritando estupideces contra Él no me escucho.
.
Es que ahora simplemente adopto otra actitud
y con más calma hacia Él mi espíritu proyecto,
no sé si ser así ahora pueda ser mi mejor virtud
o acaso el más insufrible e insoportable defecto.
Pero ahora me veo más a mí, veo mis miserias,
me pregunto cuándo mi esencia humana perdí,
veo mucha locura en otros, veo sus histerias
y siento sinceramente que me estoy viendo a mí.
Es como ver el lado de la luna que nadie ve,
llegar a un punto del mar que es desconocido,
encontrarle manchas a lo que por puro amé
y notar que el amor va de la mano con el olvido.
A veces viajo por mi alma y obstáculos veo
que no me dejan darle el brillo que necesita.
Pero es ahí cuando pelear con Dios no deseo
porque la esencia del alma es esencia bendita.
Y peleo con el del espejo, discutimos los dos,
le reclamo por su inconsistencia, sus embarques
y entiendo que hay un cuerdo al que llamo Dios
y un demente al que llaman Álvaro Márquez.