Sara (Bar literario)

Hilos (enredos y nudos)

Hemos dicho -todo- sobre habitarnos

y aún tenemos habitaciones clausuradas,

dentro del cuerpo inquilino.

 

Me has llenado el silencio

con la premisa in-alcanzable

de tener silencio

en la costura de los labios.

 

El silencio

tiene una aguja y descose

nuestras esperanzas

para colocarlas

en la lengua caníbal

de un trozo de papel.

 

El dolor duele ciertos días

a ciertas horas

cuando nos quedamos con la canción

en la punta movediza de un amarillo recuerdo;

porque el recuerdo tiene alas, soles y viento

en la visa que agotó, el olvido de una despedida.

 

El dolor tiene manos en las piernas de goma

tiene un lápiz clavado en el epicentro de su nada

y nos abruma  esa nada de párpados secos

con la promesa de mirar al dolor, vertirse en el agua

y como aceite, disolverlo.

 

El silencio se sabe el mes en que nos arrodillamos

al vacío de una lágrima que nos abrigaba de humanidad;

sabe que rompimos mesas, sillas, oídos

para jamás escucharlo en la vela que danza

su velorio predecible en la cera de su entierro.

 

Y entre tanto

el dolor es una póliza para saber

que hemos vivido más alla de la cuenta.

 

Mucho, mucho más allá...

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