Es la nausea
la que inspira entre algodones
la tortura de ese pobre
diablo,
inhibiendo sus instintos
ante la mirada
de una celda.
Es la espada del Faquir
que ha sido trucada,
o la premisa de Hakin Bey
que no ha sido cumplida.
Es la cinta aclaratoria
de Haneke,
donde el hombre es perdonado
por su burda tiranía.
Es la duda,
ante la palabra “amor”
pronunciada
por una etérea grupi,
o la patética sonrisa
del juez,
ante su sesgada visión
de la Justicia.
Es el tiempo empecinado
en torturar a la desdicha
hacinando a la pobreza
con cadenas (de desprecio)
subsanado la bizquera
del sistema
en nuestra sangre
en nuestras tripas.