Te quiero ya sin fuerzas de quererte,
Todavía te siento sin querer sentirte,
Te veo y me vuelvo vulnerable,
Sonreís y ya no estoy en mi eje.
No te me acerques, pierdo mi equilibrio,
Me miras y se nota mi debilidad,
Se transforma mi mundo con tanta sensibilidad,
Ya con el miedo de que esa distancia que separa nuestra piel,
En algún momento, ya cuando el fuego quede a penas encendido, reaparezcas,
Un supuesto regalo divino, que roza la maldición,
Escondelo con paciencia o guardalo en mi prisión,
Y queda otra historia en construcción,
En mi mente, una maravillosa perfección.