En la ciudad amé a mis mujeres
fueron todas, ninguna, breves,
nuestros testigos descansan,
en la noche de la última memoria
A ella la amé en la ciudad y en los cristales
la amé mientras las últimas valijas partían
la amé en la tarde donde robaron la luna
y donde vi al viejo que sería
Ella no me perdonó que la amara
en la ciudad, ya despierta, ya calma,
una tormenta se lleva su pelo
le hace girones, lo desparrama por cielos
Vuelvo a preguntar a las ventanas,
a las mismas que nos vieron,
que guardaron nuestros juramentos
las mismas que hoy se abrieron
Muero en la calle del mercado,
pregunto por los otros muertos,
me envilezco entre la horda,
la del horario, la del almuerzo
Amé a la mujer que hoy no existe,
la que detuvo mi último reloj de tiempo,
amé y quiero amarla mientras duermo,
amordazado en mi cama, ofreciendo los desvelos
Todavía pende el farol viejo,
en la calle de los crisantemos,
de los vidrios y pies descalzos,
la maldita calle de los necios,
y la mujer que amé tan sola,
que extiendo mi mano
y detengo el tiempo