Soy, amante de mujeres sin corpiño,
de compañeras que no buscan padres,
de caminatas elegantes,
de sonrisas que te tuercen,
de ese qué de yo.
De eso soy amante.
Soy fiel confidente de la mentira
también soy lo necesariamente débil
para mantenerme vivo.
Soy enfermo avergonzado
de herrores hortograficos.
Soy,
Impaciente tecleador de palabras hechas.
De los amigos muy poco,
prefiero el silencio.
De la cruz fui un portador.
Fui un nudo más en gargantilla muda.
La dejé una tarde, cuando cayó tendido
en mi pecho el cristo,
llorando, avergonzado
por no tener ombligo.
Soy,
Pensador drogado,
en profundo sueño.
Pero por sobre todo soy,
buscador de la vanguardia,
del movimiento que se gesta,
en ningún lugar.
¡Sé que està!, en alguna charla,
en la mesa de un bar,
en el inodoro de mi hermano,
en la ventana de un loco
atraído por lo invisible.
Vivo con el cuerpo desgastado
por el trabajo diario.
Galopo con mulas ocho, nueve, once, trece horas
y me desvanezco sobre el escalón
que me separa,
del tiempo que me falta
para pensarme.