Caminando por la calle
la vi, con los recuerdos vívidos segando mis ojos.
Me vio, con esa vista de rayos equis que solo ve la tristeza en mi alma,
sonriendo con esa misma sonrisa fingida que en ese momento en mis labios temblaba.
No dijimos nada.
Ella, porque no tiene nada que decirme puesto que todo lo ha olvidado
y yo, con mil mentiras que contarle abriendo mi boca sin que nada escape de ella
sintiendo las palabras en un nudo bloqueando mi garganta
con mi corazón doliente luchando por aire, reclamandome.
Yo que jamás he podido negarle nada, sedo y me trago mis palabras.
Seguimos caminando cruzando nuestros caminos
sin que se encuentren en ninguna parte.
Llegue a mi destino y estoy seguro que ella llego al suyo;
Y con esa misma seguridad sé que ella no está llorando, como yo, porque ella no está aquí.