Para Glenda
Si quieres leer las letras y el letargo,
los sótanos de la Filosofía,
baja hasta el último estribor de la tierra.
Las palomas me arrojan sus plumas
sus mensajes traspasan mi tiempo.
¿Sigue tu madre en las entrañas de la dolencia?.
Y tú, melodía y sueño,
sueño y melancolía.
Las arpas de cemento me dan pena
Por su ahogado deseo de morir en el pentagrama.
Sí, y aquel niño que en llanto se deshacía
por tener un padre extraño,
como la Luna para un ciego.
¿Dónde está el hueso desgastado de aquel
perro que Dios le perdonó la vida?
-Todos creímos que los cartílagos
de mis manos lo hicieron-
¿Cómo estás tú?
¿Sigues teniendo el delicado sabor de las abejas
que se asemejan al Sol prismático de la tarde?
¿Acaso sigues delgada como mi alma?
Tú debes recordar cómo era:
largo como el estío en que vivo.
Cualquier momento es bueno
para deshojar quietas mariposas,
para cohabitar soledades de bosque
para ver el llanto espiritual de una madre.
¿Recuerdas los gorriones recién anidados?
Todos ellos ajados con plumas de amor,
¿Y el vestíbulo de ramas en que vivimos?
Y hoy, todo pasó
y no vendrá nunca a nuestra puerta
el llamado de los otros tiempos
ya no veremos la cosecha de colegialas de Mayo,
ni entre ellas estarás, virgen de la ciencia.
Llámame si tu madre muere,
para derramar dolores marchitos,
para convertir mis manos en flores.