No me gustaría buscar y no encontrarte.
Hablar sin que respondas.
Decirte del dolor que tenerte lejos me causa
porque sé que apartaras de mí tu mirada
y volveré a ser aquello que nunca he sido
y que contigo fui.
Si de nuevo me ignoras
ni la brisa de tu propia partida
va acariciarme la mejilla
lacerada por mi mansedumbre
y como de costumbre
me hundiré en esta soledad
que dejas por tu indiferencia,
añorando esos días
en que amamos sin descanso
y sin consciencia
y me reflejaba en tus pupilas nadando
en tus tatuajes que fueron mi delirio;
pero hoy eres en mi vida el mas duro martirio.
Has condenado a mis ojos
a beber sus lágrimas amargas,
a mis labios a reprimir suspiros y besos
y callar “te amos” indebidos
que a ninguna otra persona
diré jamás.
Me abstengo de buscar
y decirte mi dolor
pues no responderás
si comienzo a hablar.
Quizá he de esperarte
porque olvidarte,
Ave, eso, es imposible.
Anhelaré por siempre
ser contigo lo que nunca he sido
y desde que me dejaste,
por orgullo, Alma, he fingido.