Yo también tengo mis etapas de tristezas
y como le dije al viento
amurallado en las nubes de Olimpo.
Cuando serpentea la glácil noche
me refugio en el ceno de mi hogar,
descorcho un buen vino,
un Marques de Cáceres o un Vega Sicilia,
lo sirvo en la mejor de las copas,
me siento frente al ardiente leño de la estufa
y con la mirada perdida en la apasionada flama
voy tejiendo en mi imaginación
un vendaval de ilusiones,
En ese andar agitado por mis recuerdos,
puedo verte.
Con prisa o sin ella y me lanzo
cual lobo hambriento a tu búsqueda.
Estoy tan cerca de ti que voy
a atrapar tu mirada de gaviota
y la colocaré frente a mi iris
para que mi visión exhausta
recobre la fuerza perdida
que atrapó el tiempo
en sus manos tiranas.
Amasaré los sueños que quedaron
esparcidos en el mesón del patio de tierra
bajo aquel frondoso talar
y los estiraré hasta tus sentidos
haciendo una escalera infinita
para bajar tu andar precavido hasta mí.