Morirme de ti,
morirte de mí;
es un sí, cuando te quiero
un no, cuando negamos
que tanto nos amamos.
Morirme de ti,
morirte de mí;
es desangrarse
en demasiado y en exceso.
No es delirio, son tus labios
que obligan a olvidar
esta formalidad tan completa.
No es pecado soñar
que bajo el gris invierno
calmo mi frío en la hoguera de tus palabras
y adorno mis sueños entre la infinita caminata;
arremolinando nuestras manos,
como mancuernas endiabladas
dejando escapar el esperanzador suspiro
porque para siempre nunca te quiero olvidar...
Es eso
morirme de ti,
morirte de mí.