Sus ojos me miraron sobre el suelo;
mustio agónico y desesperado,
le ví tan fijamente al azorado
monstruo de los males sin consüelo.
Vide tambien abajo de su velo o-
ro viejo que a mujeres ha comprado
que los dioses corruptos y amañados
le dieron lugar do se encuentra el cielo.
Corrí a ver al pobre penitente
que en garras del demonio había caído,
mas cuando le ví, séntime impotente
!Era yo¡ mirándome al espejo.
Era demonio y alma. Y afligido,
en mis ojos miré todo el reflejo...